Cantos del nuevo dia
Marta Oliveri: Poema ‘Cantos del nuevo dia’


Canto 1
Habrá un día que anochezca y nazca
en el punto neurálgico del tiempo
un océano de mares que fundan sus rompientes
en una fuente única hacia el éter
habrá en el horizonte, atisbo de lo eterno
emigrando en violeta como Psique
en alas de Cupido…
Mariposa rescatada de las sombras
habrá lo que siempre ha estado entre nosotros
descreídos y trémulos de olvido
santificado por el agua de un ángel degollado
y la sangre de un dios que desbordó los ríos
dulce dios en harapos
oscureciendo cielos transitorios
la tormenta que da a luz el nuevo verbo
el hijo del dolor y la ternura
el que ha dicho :”Elí, Elí! lama sabactani”
Padre mío porqué me desamparas
y en devenir la metáfora
una liviana urdimbre
de plumas que refugian
la memoria del vuelo
o el viento en ascendente virtud
de trascender esa quimera edénica
que nos dejo en exilio
habrá el retorno en muerte-en vida
donde rompen los brotes
y se desangra el tronco milenario
y tendremos un bálsamo
de profundas heridas que nos dirá
que todos hemos sido el madero
los clavos y la carne desagarrada
en el sitio donde gimieron padre e hijo
hermanos de sepulcro
que todos al fin hemos tejido el manto
dando a luz la piedra irreverente
que negó sepultura al irredento
El poeta de luz, que abrió la noche
en un alba angelical de rebeldía.
Canto 2
Y ahora en la promesa este logos aséptico
de medianías tan gratas como el prolijo tic-tac
del presente inmediato
nos hemos olvidado del pasado
nos hemos olvidado de los sueños
ese recuerdo de un futuro aún no nacido
y nos vamos desvistiendo de absoluto
en el lineal ropaje de este infierno mundano
de esta trampa perfecta que nos regala un día
de anhelos satisfechos y olvidos convenientes
a merced de del los imperios esos fantasmas púdicos
que se visten de ofrendas, protocolo y misiles
que se esconden al buen gusto del publico selecto
acribillando el sol de África
y los niños muriendo en sus costillas
en Nagasaki o Palestina, Hiroshima o Irak
según suponga el tiempo del ajedrez político
que olvida que la vida, rebalsa las cuadrículas
el tablero naufraga en abismo del Tártaro
que en este mundo de inermes mortandades
sólo hay un dios y es el amor del hacedor de cunas,
la matriz celestial de los inicios.
Canto 3
Dormir profundamente
y quedarse en el centro
en la muda constelación de lo que brilla
en esa lejanía de onírico horizonte.
La verdadera eternidad es un regreso
donde nos espera Penélope o Ariadna
la matria del amor encapullado
la ternura del cuenco que acurruca a Pandora
pajarito que late la última esperanza.
Cómo decir cuando el otoño acecha
cómo seguir bajo estos rasgos que se apagan
bajo esta máscara que que la vejez inventa
el mismo corazón
el mismo barco
la misma llama
en pos de lo absoluto.
Qué dignidad de edades arrumbadas
nos tiende la gran trampa de ir muriendo
respirando memorias de azares y violetas
abrigando firmamentos de dioses infantiles
entre nubes de acuarela y brillantina
qué letal mansedumbre nos ha precipitado
a esta triste osadía de soportarlo todo
heroísmo de náufragos asumiendo la broma
de este barco que embriaga su deriva
de esta burla de pipas quemantes en las alas.
II
Estamos perdiendo la humanidad
en una sombra
la vida en la caverna
de esta ancestral falacia.
estamos renunciando al paraíso
en cada fosa de las horas quietas
suponemos un dios, un escenario
pero somos solo espectros de la ausencia
y estamos muertos, más muertos todavía
que todo lo que muere en este mundo
cuando perdemos la voz del instrumento
que templaba el nidal de la palabra.
Canto 4
Esta extraña altitud
que da el destello
de una fugaz mirada al firmamento
esta súbita dicha de absoluto
abrir la luz del río que asciende toda pena
proeza aún mayor
de sabernos tan mínimos
latitud del polvo al fin
donde no hay horizontes
y se acaban las huellas
en las aguas estigias.
mayor es el milagro
más bello el testamento
azul que le dejamos
a estos nuevos capullos
a estas cunas que esperan
arrullando el futuro
de un ser aun no nacido
en los ciclos del tiempo.
mayor aun la grandeza
mayor esta nodriza
tejedora incansable
desovillando olvidos
para hacer la memoria
de clara y santa urdimbre
y platinar los brotes
que mojará el rocío
Canto 5
Porque somos el temblor y a la vez el refugio
el estigma de Caín
y el trigo de otra ofrenda
que librará al caído de su estigma
porque habrá que morir
si de morir se trata
como quien lleva las manos a la hondura
de la última fuente de los tiempos
la que abreva el espacio del dolor
y consuela la sed las raíces.
porque somos el tronco milenario
entrampado en las ruinas de un desierto
que fue templo alguna vez
o un hogar para amantes
o herida selva atávica
o playa de aquel bíblico mar
que ya no es
porque habremos de ir tras el recodo
de un horizonte intimo
que esconde lo infinito.
Canto 6
Canto de una trama ennegrecida
por el trágico verbo de lo oscuro
en las ruinas sonámbulas
que dejaron los cetros de los reyes
que enlodaron al fluir en copas de oro
o engoladas guillotinas
descabezando almas
atravesando muérdagos
arrasando arquitecturas
de nidales silvestres
en el simple nacer de los naceres
canto que se silencia
por épocas
ceniza
por épocas aullido
estepario y atónito
por antes
una mueca avergonzada y álgida
de monstruo malherido
de enlodada metáfora
por después
la belleza
desertando las llagas
la máscara naciendo al transparente rostro
la melancolía azul
de un saber silencioso
que determina cielos
remontando la tierra.
Luego la pausa trágica
y el abrazo seguro.
Un aleteo de ausencias
regresando al nido.
Y al fin, la isla
donde acaba toda lágrima
en la alianza de ríos transitorios.
Canto 7
Y será “la nueva alianza”
en séptimo presagio
refugio de los pájaros:
El nuevo altar sin trono.
Marta Oliveri







