Logo da seção ‘O Leitor Participa’Imagem criada por IA do Grok
Beleza indescritível, Que nem Cleópatra. Personalidade desejável, Em ti qualquer um encontra.
Mexes com todos os meus sentidos! Quero-te aqui comigo, mesmo que não faça sentido. Mas pouco importa o sentido… Pois contigo perco os sentidos.
Por ti, a lei eu infrinjo, Não sou um anjo, Mas por ti, eu me finjo, Pra te ter faço qualquer arranjo.
Faço e desfaço. Meu amor por ti é de aço! Eu até tento e me faço, Mas meu coração é teu espaço.
Meu amor por ti é crônico, Até eu estou atónito. Eu sei… Parece irônico, Mas é o que ocorre de facto.
Meu amor por ti é um lindo verso, É um amor do tamanho do universo, É um mundo genial no qual pertenço, É tão puro como uma criança no berço.
Jacob Kapingala
Jacob Kapingala
Jacob Kapingala, 28, é natural da província de Huambo (Angola) e reside em Luanda. Estudou Pedagogia na Escola Missionária do Verbo Divino (Santa Madalena) e atualmente exerce a função de professor do ensino primário.
É escritor e poeta, com participação em algumas antologias e revistas literárias do Brasil e de Portugal.
Teve o desejo de colocar em um papel aquilo que pensava somente em 2018, ano em que escreveu seus primeiros poemas. Porém, foi somente em 2019 que passou a se dedicar de corpo e alma à poesia.
É académico da CILA – Confraria Internacional de Literatura e Arte, da ABMLP – Academia Biblioteca Mundial de Letras y Poesía e da Academia Virtual dos Poetas da Língua Portuguesa.
Marta OliveriImagen creada por IA – 25 e agosto de 2025, às 15:38 PM
Lo que voy a relatar a continuación, dijo el ala de un ángel no es ni una fábula, ni siquiera lo que algunos personajes del saber suelen denominar un texto narrativo. No siento deseos inaugurar el pesado deber de divertir a mis lectores, porque he aprendido que de la diversidad está hecha el alma fragmentaria. No es difícil descubrir el Enigma que llevamos dentro de nosotros. Algunos por un motivo u otro, nacen de un soplo semejante al de los Azules inconmensurables, esos que no tienen explicación científica en la bóveda celeste que abraza a la tierra.
Era un paraje desierto como todos los parajes que abundan allá por las tierras lejanas del medio oriente. Un calor agobiante se clavaba sobre la arena, ningún refugio, ninguna vegetación, salvo esporádicos cactus y zarcillos.
Dos peregrinos, un hombre y una mujer con un recién nacido en los brazos, marchaban cubriéndose con un manto contra los fuertes remolinos de arena. Se los veía agobiados, la sed y el hambre los acosaban, caminaban hundiendo sus sandalias en la arena hiriente. Y sus labios estaban resecos por sol implacable y el viento.
Cuánto tiempo había pasado desde que iniciaron su peregrinaje, ya no podían recordarlo. El hombre miró el horizonte, llevaba el pecho desnudo y un turbante. Se restregó los ojos y le dijo a su mujer: Mira, allí hay un Oasis. Puedo ver las palmeras y el agua refleja los colores de sus hojas—. Cayó luego sobre la arena, se arrastró unos apenas pasos, finalmente murió.
La mujer logró caminar un tiempo más. No había ningún oasis tal como le anuncia a su esposo. Logró, ampararse, hacia el atardecer entre unas matas secas Un gran cactus, daba una sombra extendida en el oblicuo crepuscular y allí se durmió abrazada a su hijo.
Desafortunadamente no la sorprendió el alba durante la noche el agotamiento había terminado con su pobre corazón y el niño quedó solo, arrinconado junto al pecho de la madre. Bebió los últimos sorbos dulces que aún brotaban de sus senos.
Podría haberlo recogido algún animal mítico o algún milagro del desierto. Nada de eso. El niño cayó en un profundo sueño donde las criaturas oníricas nos relatan otras geografías. Y aun dormido el pequeño sintió que dos suaves manos bajaban del cielo y lo abrigaban, tal vez fuera la luna. Tal vez el espíritu de un ángel perdido.
Es sabido cuando los ángeles pierden el camino de la virtud. Recuperan el sendero de La Piedad.
Este fue tal vez el destino del nuevo ángel que subía ahora a los cielos de los sueños, carne de la carne sangre de la sangre, hijo de la tierra sembradora, hijo de los oráculos. Y así vivió sus años en el umbral de lo real y la desmesura del onírico.
Anduvo él peregrinando por los más diversos territorios, se hizo mercader, zapatero, poeta, alcohólico. E incluso asesino, posiblemente producto de una pasión desavenida. No es para asustarse, el corazón humano bombeaba en él con la intensidad de todas las pasiones y… si Dios era todos y cada uno, si Dios estaba en todas partes, a él, qué era un ángel, le era ha dado actuar como todos los hombres
Más cómo suele suceder en los relatos de corta traza. Es menester decir qué pasó el tiempo, Demás estaría contar las excesivas rencillas, aventuras y desventuras que acompañaron su vida. Un ángel suele ser excesivamente entrometido en las cosas del mundo y sus historias son infinitas y no siempre de mucho interés.
De modo que el tiempo dejó caer su reloj de arena. Irremediable, CRONOS que aún se da el lujo de envejecer a Los Ángeles y a los dioses. Entonces luego (por mencionar algunos de sus avatares) de haber perdido más de cincuenta estancias tres reinos Y un imperio. De haber llevado las costras de la virtud como Job, sobre su cuerpo y más tarde, en la madurez predicar las Bellas Artes del amor por sobre todas las formas de la moral.
El ángel, ya agotado de tanta fábula, volvió al desierto. Se sentó junto al cactus donde había muerto su madre. Y en un gesto de sumo desprendimiento, me arrancó de sus espaldas entregándome al dios de los vientos. Después cerró los ojos. Y en un segundo sueño, bajo el gran Enigma de lo real, volvió a ser un hombre. Un hombre sencillo. De esos que no poseen grandes ambiciones, Así como tampoco mayores ideales. Un hombre como todos en el tablero perfectamente diagramado de la historia humana.
Desde entonces vago en mi destino errabundo sin quejarme. Mis sueños acompañan a los de la pluma y la niña. Mi alma vuela solitaria como una hoja de otoño en el secreto de la metáfora, que es la vida en el inicio de sus fulgores.
¿Cuándo mueren Los Ángeles? La respuesta es sencilla: Un ángel muere cuando ha comenzado a suponer que es un hombre.
O leitor participa: Isabel Furini: 'As palavras do anjo'
As palavras do anjo
O Anjo olha o poeta e ordena:
– Desenharás estrelas sobre abismos
com os dedos cansados
pois o cansaço não pode
destruir os sonhos forjados pela noite
com palavras pintarás cardumes de estrelas
e um barco
e poderás navegar pelo oceano do tempo
e entreter-te-ás durante milhões de anos
no horizonte de eventos
pois o tempo é um escorpião pendurado
em alguma galáxia elíptica gigante
e é agitado pelos ventos
e se algum de teus poemas consegue espalhar
sobre o oceano
a areia do tempo comprimida na ampulheta das palavras
nascerá um magnífico dia
a luz do Sol iluminará os sorrisos
e as nuvens desenharão poesias.
Isabel Furini
isabelfurini@yahoo.com.br
Isabel Furini é escritora, poeta e educadora.
Publicou 35 livros, entre eles, “Os Corvos de Van Gogh”.
Recebeu Comenda Ordem de Figueiró (RJ); Embaixadora da Palavra pela Fundação César E. Serrano (Espanha, 2017).
Tem poemas premiados no Brasil, Espanha e Portugal. Realizou recitais poéticos na 36ª Semana Literária do SESC, 2017, PR, e na Biblioteca Pública de Burlingame, Califórnia, USA (2018).
Sandra Albuquerque: 'Anjo ou demônio?'
Anjo ou demônio?
Olhos de anjo, mas não é.
Um sorriso disfarçado.
Boca que profere palavras doces, mas há um tom de amargura.
Um desejo ofuscado
Passos largos que se estreitam ao longo do caminho.
Coração quente , mas no fundo é , apenas, uma torre de gelo.
Um jeito ímpar de encantar e ,logo, vem o desencanto.
Uma canção que profere felicidade em uma melodia triste.
Anjo ou praga, já não sei.
Uma tocha apagada que quer acender um estopim de pólvora, cujas faíscas , não são vistas a olho nu.
Busca um encontro num palco de despedida e um sol em um dia nublado ou , ainda,o brilho do luar em noite de lua nova.
Sorrateiro como o orvalho que num temporal se transforma.
É como o vento que faz bem , mas danifica as velas em meio de uma tempestade que no mar desponta.
É a mistura do ser e não ser.
É a certeza de um doce engano.
E não vejo razão para não chamar por outro nome tal como anjo ou demônio
Sandra Albuquerque
RJ, 12/01/2019.
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Adriana Negrini: 'Queria ser'
“Queria ser um anjo, neste momento,/ Daqueles de sorriso meigo/ E de olhar profundo e encorajador.”