dezembro 06, 2025
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La espiga negra

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Marta Oliveri: Cuento ‘La espiga negra’

Marta Oliveri
Marta Oliveri
Imagem criada por IA da Meta - 18 de agosto de 2025, às 12:37 PM
Imagem criada por IA da Meta – 18 de agosto de 2025,
às 12:37 PM

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, en épocas difíciles de precisar, esas que por decir de algún modo  rompen con la línea de Cronos. En  aquellos benditos lugares de Nunca Jamás, o Había una Vez. Creció entre las flores de un jardín, una pequeña espiga negra.

 En verdad, más que espiga era una extraña flor cuyos pétalos semejaban  los delicados flecos de una pluma  apenas abiertos, sutiles y suaves al tacto, casi intangibles. Alzó la espiga, su delgado tallo como una deslumbrante sombra entre tantos coloridos matices. 

Quien primero la descubrió fue la brisa que deslumbrada  por su etéreo porte, inmediatamente se enamoró de ella  y olvidándose del resto solo a la espiga negra meció.

Y en las noches, secretamente, besaba su frágil cuerpo, haciendo que ondulara en danzas semejantes a las de una odalisca. Y obnubilada por su amor, la brisa  terminó olvidándose de la existencia de las otras flores, de las pequeñas y rechonchas margaritas, incluso de las amapolas, los lirios y hasta de las rosas. 

¡Esto es inadmisible!. Dijeron las flores mirando con malos ojos a la espiga negra. ¿Con qué derecho  acapara todos sus favores?.

 No podemos  desplegar nuestros pétalos, ni lucir nuestra hermosura. Agregaron indignadas.

A mí, hasta me empieza a faltar el aire. Se quejó una amapola. Y  las rosas del rosal agregaron molestas. ¡Míranos, parecemos estatuillas de vitrina!, sin movimiento, el rocío se nos estanca en los pétalos y quedamos rígidas como malas réplicas de esas que habitualmente venden como baratijas.

Yo pienso que la  ha hechizado, afirmó con ánimo una margarita, las otras agregaron coreando. Es rara y negra, ¿Quién ha visto crecer entre flores decentes a una espiga negra? 

No hay duda, dictaminó un lirio:¡Es una mutación de la naturaleza, de ahí sus extravagantes costumbres!.

¿Costumbres? Preguntó un Jazmín

Claro, respondió el lirio. Ondular como una odalisca seduciendo a la brisa, ¿o no has visto como enloquece cuando meciéndola la besa con su aliento que huele a raras especias?

¡Es verdad! Es verdad!. Corearon las margaritas. ¡Sin duda es una mala semilla que ha caído por desgracia  en este jardín!. Un sitio de  buenas costumbres, por  no agregar: un espléndido sitio para el recogimiento y la contemplación, como corresponde a los jardines que se precien de tales.

“Sin duda.” Y en este punto todos estuvieron de acuerdo.

La espiga negra, de naturaleza melancólica, ya de por sí no podía reaccionar  frente a aquel  conjuro de chillones infundios, notaba que su vida estaba a merced de las circunstancias, era presa de lo que los demás decidieran hacer con ella y esto pesó mucho en su frágil corazón, porque  efectivamente, aun siendo una pequeña espiga, una rara creación vegetal, un malentendido de la naturaleza, tenía un corazón, motivo por el cual no podía escapar al sufrimiento.

Y  cuando llegó la brisa  para besarla, notó que sus delgadísimos pétalos estaban humedecidos. Era  de noche y el rocío no se haría sentir hasta el inicio del alba, por lo tanto, aquello no era el rocío, sino lágrimas que brotaban directamente del centro de su tallo donde tenía alojado su pequeño corazón de flor  silvestre 

La brisa comprendió en el acto el motivo de su pena, dado que conocía muy bien la naturaleza de las flores y admitió que de algún modo era culpa suya  haber marcado la diferencia. Y también supo al instante la confabulación  que se estaba tramando en el jardín. 

Es que la hechicería  de sus fulgores, la oscuridad, su luz extraña. Todo ello, era parte de lo que indignaba a las almas vulgares.

 Entonces llamó a su hermano el viento mayor, cuyo  aliento desprende aún las más férreas raíces, 

y el viento vino y plegó sus alas sobre la espiga negra, arrancándola de la tierra sin herir su raíz, elevándola por encima de aquel jardín de buenas gentes para llevarla muy lejos a un territorio donde crecen las criaturas extrañas y negadas a la vista de los mortales ojos.

Allí, están los exiliados de este mundo que  protegen el tesoro de los tiempos, los sueños, las metáforas y el amor de los hechizos con el que se nutre el corazón de las fábulas.

Marta Oliveri

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Sergio Diniz da Costa
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5 thoughts on “La espiga negra

  1. Lo mismo que la espiga podría ser un ser, oscuro y rústico por fuera pero luminoso y pródigo por dentro, destinado a esas zonas donde mora lo sublime de la verdadera belleza y los sueños, lejos de ese otro, mezquino y vanidoso. Bella fábula queuestra en las flores, el corazón humano

  2. Quizá, todavía haya un lugar en el mundo mundo en el cual aflorn los sueños y los sentimientos sublimes… Que sean cántaros alados que nazcan y renazcan entre el perfume de las flores, y sobre todas las cosas, desde el corazón humano.
    Gracias por compartir ésta fábula aleccionadora para éste mundo tan complicado y hostil en el cual nos toca transitar hasta que Dios quiera.
    Felicidades. Bendiciones infinitas.

    brendabeauvoir@gmail.com

  3. Quizá, todavía haya un lugar en el mundo mundo en el cual aflorn los sueños y los sentimientos sublimes… Que sean cántaros alados que nazcan y renazcan entre el perfume de las flores, y sobre todas las cosas, desde el corazón humano.
    Gracias por compartir ésta fábula aleccionadora para éste mundo tan complicado y hostil en el cual nos toca transitar hasta que Dios quiera.
    Felicidades y bendiciones infinitas.

    Brenda Beauvoir- Escritora Argentina.

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